lunes, 7 de abril de 2008

La Amalia Quintero es de carácter fuerte, administradora e informada de todos los sucesos políticos en el mundo.

Dirigía sus asuntos desde un escritorio de madera con gavetas grandes y medianas y una tablita móvil superior a las gavetas de la derecha que servía para escribir facilitando la elaboración de documentos al usuario del mismo.

De voz clara y firme. Impartía órdenes pero con suavidad y sólo una vez. Su autoridad era impresionante.

Le gustaba el consenso. Consultaba sus asuntos con Papá Roberto y con sus hijos: Roberto José, Denis, Pablo y con la Juana Vásquez; pero cuando tomaba su decisión no había vuelta atrás. Manejaba todos sus enseres y artilugios de trabajo bajo llave.

Cultivaba violetas de todos los colores y nos enseñaba a cuidarlas, echándoles poco agua a cada macetera y a quitarles las hojas marchitas o sembrarlas para que crecieran otras. Le fascinaba una violeta azul Prusia que tiraba a morado por lo rara que era. Amaba una enredadera que producía una flor color crema o champán que llamaba flor de cera. Cuando esta planta producía su flor, sus amigas y hermanas la visitaban para admirarla. El nacimiento de la flor de cera era un acontecimiento en la casa.

Su mirada se perdía en el tiempo cuando recordaba a sus hijas, ambas llamadas Hermida, y nos contaba que una había muerto de Krup y la otra, se había quemado cuando jugaba con fuego.

Entendía los asuntos mundiales. Escuchaba las emisoras de los gringos y Radio Habana. Su casa era refugio de los políticos detenidos por las autoridades liberales. Negociaba con el Comandante del pueblo para que el detenido tuviera casa por cárcel y ella se encargaba personalmente de tales gestiones. De esas actividades recuerdo la prisión-casa de Don José María García, el papá de Chemán. Conversaba a diario con el detenido y a los nietos y nietas les era prohibido escuchar esas conversaciones.

Era de pensamiento conservador pero estaba casada con un liberal. Amaba a Papá Roberto y reconocía en él su activa participación en las luchas constitucionalistas del 26.

Sus horas de entretenimiento las invertía en escuchar las novelas radiales tales como “El Derecho de nacer y “Kadir, el árabe”.

Una de sus grandes alegrías fue el bachillerato del tío Pablo. Pablo Emilio Vásquez Quintero era su cumiche. Jugaba con habilidad el foot-ball y se graduaba en el Instituto Pedagógico de Diriamba. El día de la promoción, Mamamalia llevaba carolina y un traje largo negro con florecitas aterciopeladas del mismo color. Su chal era negro con forro de satín dorado. El pelo corto estaba peinado con bucles y lucía gargantilla y aretes. Nosotros asistimos a la actividad. Ella caminó en un gran patio lleno de gente para situarse en un escenario que tenía en uno de los lados un anillo dorado enorme que servía para que el padre o la madre, colocara el anillo a su hijo bachiller.

La Mamamalia consideró que después de ese hecho ya había cumplido su misión en la tierra y se le veía feliz cada vez que se le recordaba.

Sigue protegiendo y educando a toda su familia a través del tiempo y del ejemplo.

Tengo la dicha y el don de haber vivido con la Amalia Quintero. Hoy, en el 2008, su cumiche Pablo Emilio Vásquez Quintero es el patriarca de la familia.